ANACONDA (Horacio Quiroga)
Argumento
Lanceolada, una hermosa víbora de un
metro cincuenta se dirigía a su casa cuando apreció que en ella –una edificación
de madera abandonada- habían seres extraños, su preocupación la hizo pensar en
muchas cosas, sobre todo en la existencia de ella y de las demás de su especie.
El hombre para ellas significa devastación y peligro. Esa noche logró
encontrarse con dos de sus compañeras y comunicaron a las demás del inminente
peligro que las acechaba; de madrugada ya se estaba llevando a cabo un congreso
para tratar este álgido problema.
Al congreso asistieron casi todas las
víboras, allí se encontraban Cruzada, Lanceolada, Coatiarita, Neuwied, Atroz
Urutú Dorado y por supuesto Terrífica, esta última dirigía el congreso, era una
cascabel, su especie era abundante, por eso presidía el congreso. Todas estaban
alteradas por la presencia de los extraños en su hábitat, pero no tenían ningún
plan para enfrentar el problema. Cruzada ofreció traer a Ñacaniná, una culebra,
que por su velocidad podía ir a ver lo que verdaderamente sucedía en la casa.
Con mucho sigilo Ñacaniná se dirigió a la casa y pudo escuchar a los hombres
que hablaban, tenían un perro y caballos; habían venido a instalar un Instituto
de Seroterapia Ofídica. Esto les informó a su regreso a las víboras.
Cruzada se dirigió a la casa, se
encontró con el perro, lo mordió, debería estar muerto el canino, desafortunadamente
fue capturada por los hombre y puesta en una “celda”, se convertiría en una más
de las serpientes para la investigación del Instituto. Allí, Cruzada, ya
cautiva, se encontró con una cobra de la India, se llamaba Hamadrías, ambas
urdieron un plan para fugar, dio resultados positivos. Cruzada se hizo la
muerta y luego atacó a dos hombres; fugaron entonces.
Cruzada y Hamadrías fueron al
congreso, todos se sorprendieron de ver a una cobra, su aspecto era muy
diferente a todas, Anaconda desde que vio a la cobra no le inspiró confianza,
tuvo un enfrentamiento verbal con ella. Luego de muchas discusiones decidieron
atacar el Instituto, la vida de las serpientes corría mucho peligro, pero
algunas se apusieron a tal lance; sin embrago, la decisión estaba tomada,
fueron a la caballeriza y centraron sus ataques contra los caballos, los
hombres se dieron cuenta y empezó la batalla desigual. Los hombres y el perro
destrozaron a por lo menos 23 serpientes las que sobrevivieron huyeron, el
perro Daboy no podía morir, era inmune al veneno. No sabían qué hacer las serpientes,
tomaron la decisión de ir a la cueva, sería el fin para todas, se dirigieron
allí, la cobra a pesar del desastre de la caballeriza instó a las demás
dirigirse a la caverna. Todas fueron allí, Daboy les siguió el paso y las
encontró, no tenían escapatoria. Anaconda percibía el fin y fue al encuentro de
Hamadrías, tal vez era la culpable de la tragedia de las serpientes, y en una
lucha mortal dio cuenta de ella, Anaconda había hecho justicia, según ella.
El can ingresó a la caverna y empezó
a morder a las serpientes, estas se defendían incrustándole sus dientes, el
animal era inmune, aparecieron los hombres y se desató el combate, las
serpientes no podían con las varas de los hombres, eran partidas fácilmente,
después de unos minutos todo había acabado, los hombres notaron que ninguna
sobrevivió a su furia, cuando se retiraban notaron que algo quería moverse, era
Anaconda, les llamó la atención porque parecía envenenada –había luchado con
Hamadrías- les serviría para sus investigaciones y se la llevaron. Vivió con
ellos por un año y luego se fue.